Una aventura entre libros
Pasaba todos los días por esa librería y entraba a
ver los ejemplares en oferta, leía la
contratapa y cada quince días compraba uno. El dueño, relativamente joven, le
indicaba libros de acuerdo a sus gustos. La conversación siempre era amena.
Pero las cosas en la casa de Susan estaban
complicadas. Su madre enfermó y necesitaba remedios costosos. Ya no paraba en
la librería y pasaba apurada para llegar a su casa para ayudarla .
El dueño de la librería o sea Gabriel empezó a
extrañarla y al verla pasar sin parar, se preocupó. Un día la esperó en la
puerta y cuando llegaba por la vereda, la paró para preguntarle si le pasaba
algo. Ella suspiró y se puso a comentar los hechos.
Al dia siguiente
fue a su encuentro otra vez con un paquetito que le alcanzó. -- ¿Qué es esto? -Un libro que le elegí para que lea cuando
tenga un rato libre. –ah…y cuanto le
debo? -no.no es un regalo por ser una
buena clienta.
Ella se sonrojó y al
tomarlo sus dedos se tocaron… ambos se estremecieron! El libro traía entre sus hojas una rosa…
Hacia varios días que no la veía y supuso que la madre habría empeorado.
Al fin, un dia de mucha lluvia la vio caminando por la vereda tratando de taparse con su
pequeño paraguas. La saludó y la invitó a guarecerse en la librería. Aceptó de
buen grado. Luego de las triviales palabras sobre el tiempo y la lluvia, le
preguntó como andaba y ella lo miro con una gran tristeza en sus ojos y comenzó
a llorar. La condujo a una silla y en seguida le trajo un vaso de agua. Queria
consolarla pero no sabía como. Al fin le comento que la madre había fallecido
después de una enfermedad grave y costosa. Que tenía deudas de la casa y que no
sabía como solucionarlas pues no entendía bien las cuentas que había dejado la
madre. Entonces el le explicó que era contador y que la iba a llevar a la casa
para que ella le enseñara los papeles para ver como solucionar todo. La hizo
esperar unos minutos y decidió cerrar la librería algo mas temprano. Tenía el
coche en el garaje del fondo asi que la invitó a acompañarlo. Ella sentía que
podía confiar en esta persona.
Estuvo viendo y acomodando todos los papeles hasta
muy tarde, ella le iba trayendo café y aclarando algunas cosas. Al fin, le
dijo que se llevaba unos papeles para averiguar las deudas… al despedirse, ella
le extendió la mano y el se la apretó con fuerza. Ahí fluía una gran
electricidad… o era amor?
Días más tarde le entregó unos documentos y le dijo
que la deuda había sido pagada con un acuerdo
y que ella debía abonar mensualmente una ínfima suma de dinero a un
abogado amigo de Gabriel. En realidad este pagó la deuda que era bastante
grande y con su amigo arregló que ella pagara una pequeña suma mensual para que
no notara que el había saldado todo.
Naturalmente ella era muy agradecida y también
estaba muy enamorada. Pero no era tan tonta como para no darse cuenta que el
había saldado su deuda. Posiblemente después de casarse iban a sincerarse al
respecto.
¡El amor todo lo puede!
Eliane Bösch
Editado por Eliane Bösch